Nuevo año, nuevas y pequeñas metas
Otro año quedó atrás y las promesas que las personas se hacen a sí mismas al emprender un nuevo comienzo suelen tener, en la mayoría de los casos, corta fecha de caducidad. Algunos se proponen realizar actividad física sostenidamente, otros se plantean dejar de consumir determinados alimentos y apostarle a una nutrición más sana, y existen aquellos que se deciden a aprender algo nuevo. En resumen, todos buscan mejorar.
El problema surge pasada la segunda o tercera semana del envión inicial. Entonces la voluntad comienza a ‘hacer agua’ y la determinación del principio sencillamente se agota. ¿Qué hacer entonces para no repetir este círculo de inconstancia y frustración que nos regresa al punto inicial del que queríamos salir?
En realidad las opciones que existen para superar esta situación son muy concretas y fáciles de comprender. Sin embargo, no hay planificación ni avance que se alcance sin que de por medio exista nuestra perseverancia. Y para eso, podemos seguir estas pequeñas recomendaciones.
1.- Plantearse metas realizables: abstenerse permanentemente de consumir comida chatarra, reducir las calorías al mínimo, que el 85% de nuestros platos estén compuestos de vegetales y proteína, y aplicar esa dieta todos los días con disciplina espartana suena bien, pero, aceptémoslo, es simplemente irrealizable. Quizá podremos sostener ese ritmo por tres días como máximo, pero después –y al son de la frase ‘solo se vive una vez’- echaremos por la borda todo y nos entregaremos con vida y pasión al primer mordisco de una jugosa hamburguesa. Lo sensato es comenzar con metas pequeñas y sostenibles.
2.- Comenzar por lo simple: dedicar dos días de la semana a reducir la ingesta de pan, harinas, grasa vegetal, azúcar, arroz y bebidas azucaradas, e incrementar el consumo de proteína como pollo y huevos, además de vegetales como brócoli, col, espinaca o kale y tomar mucha agua. Solo dos días, no siete. Al terminar la semana sentirás que cumpliste tu meta y ese logro te impulsará a repetir el proceso. De este modo, sí es posible sostener en el tiempo este pequeño cambio de hábitos que, conforme pasen las semanas, puede ampliarse a tres o cuatro días de la semana.
3.- Olvídate de la balanza: al menos durante los dos primeros meses, es mejor que la escondas en lo más profundo del clóset. Todo proceso lleva su tiempo y el mejor medidor del cambio es tu ropa, no tu peso. Si sostienes el ritmo de variar tu nutrición esos dos días a la semana, pronto notarás que las prendas comienzan a colgar de tu cuerpo y ese será el indicador de que vas por buen camino.
4.- Ejercicio viable y no estresante: en enero muchos se inscribirán en un gimnasio o comprarán los mejores zapatos para correr. La emoción los embargará durante 15 días a lo sumo y llegará un momento en que el solo pensar que es ‘obligatorio’ salir apenas despertar, generará una sensación desagradable de estrés que contrastará con el abrigo de las cobijas que abrazan de tal forma, que uno se aferra a una cama mucho más acogedora que el frío del parque o el acero helado de las máquinas de ejercicio al amanecer. Es mejor empezar con lo sencillo: ejercítate en casa, en tu propia habitación haciendo flexiones o abs con tu propio cuerpo, y jumping jacks o jogging en el mismo terreno. Con que lo hagas tres veces a la semana es más que suficiente en un inicio.
5.- No pierdas de vista el objetivo: pregúntate: ¿para qué todo esto? ¿Para lucir un mejor cuerpo, tener mejor salud, bajar de peso, tornear músculo o ponerte ese pantalón que compraste con tanta ilusión y no pudiste estrenar? Todo eso está bien, pero en realidad la razón de este esfuerzo es el que te quieres a ti mismo: por eso te dedicas dos días de la semana a estar mejor, alimentándote más sano, moviendo tu cuerpo y cuidándote al sacar del mapa el estrés de la balanza o del ejercicio forzado.
El nuevo año nos espera y solo a través de nuestros propios retos podemos conocernos mejor a nosotros mismos y nuestros alcances. Pero Roma no se construyó en un año y los hábitos son quizá lo más duro de cambiar que existe. Por eso, recuerda siempre que una gran victoria está armada de pequeños logros.
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